domingo, 27 de agosto de 2017

Fotografá:Luciana Cano

Era sábado había salido a las 9 de la mañana de mi casa, eran las 7 de la tarde y salía de una reunión, solo pensaba en llegar y dormir, cruzaba la Avenida Belgrano y lo veo, con bastón, una sonrisa y un poco desabrigado, acercándose a los autos a pedir mientras el semáforo daba rojo. Me acerco lo saludo y le pregunto sobre su situación. Me cuenta que se llama Omar pero le dicen Cacho, que es de Tigre y que la vida le jugó una mala pasada en grande, que perdió a su compañera de vida con la que había pasado 50 años y que tras su muerte se vino a Santiago a vivir con su hija, quien se encuentra actualmente enferma, ella y su marido. Me cuenta que le gusta el mar y extraña comer pescado, que era boxeador y que de joven era pintudo, tenía una novia azafata que le propuso irse a Francia, que le traía regalos (se acordaba de unos gemelos de camisa y unos cigarrillos Goliat) y que se cago en las patas porque tenía 20 años.
Le digo que me espere, que ya vengo voy a buscar algo caliente, me toma las manos y se larga a llorar, me dice gracias, gracias por escucharme, me ha hecho bien desahogarme, nos abrazamos y lloramos los dos.
Regreso y sentados en la vereda, saca puchos, me invita uno, me cuenta también de sus nietos, que sufre por la situación que pasan ellos, y con lágrimas en los ojos me dice que es muy doloroso que haya niños en la calle sin comida y pasando frio, que a él no le importa porque no le queda mucho ,que cuando pasan jóvenes él les dice “cuidado con el pico y la pala” (que les quiere decir que estudien y que no tengan que laburar horas como esclavos).
Me cuenta que hace dos meses estuvo internado por un problema de próstata, que el ya crió e hizo estudiar a sus hijos, me habla de su hermano, de su madre, de una sobrina, de su mujer.
Omar nació en septiembre del 44 , vive en el siglo xxi y toma el 19 para volver a su casa, me dice que esta edad no conseguirá trabajo y que no quiere quedarse en su casa porque quiere ayudar y tener para sus gastitos, me dice también que le da mucha vergüenza tener que pedir.
Me habla de la sociedad, de los gobernantes, la indiferencia y agrega: “por aquí pasa gente con unas semejantes cruces en el pecho y ni una monedita me dan, después van a la iglesia a pedir que Dios los ayude, no sé que pueden esperar si nada dan”.
Me habla de la vida, de que desde los 11 años fuma y nunca le pasó nada en los pulmones, que hay gente no fuma y se enferma de eso, de la lotería que es la vida, que el en viejo se viene a encontrar así, entre palabras pasan dos horas, y debo volver a casa. La charla se extiende un ratito más y me dice espero que tengas suerte en tu vida, que no te toque pasar por esto nunca, me abraza y con lágrimas y sonrisa , me dice “me has alegrado el día, he pasado un hermoso día, gracias, muchas gracias de verdad, te aprecio”, lo abrazo , le agradezco y me voy.
He dudado si compartir esto porque si hay algo que detesto es presumir de bondad, lo comparto porque a veces parece que no podemos hacer nada, parece que nada sirve en un mundo tan duro, sin embargo a alguien puede significarle algo una hora de tu tiempo, un abrazo, una charla. Todo aquel que pueda llegarse y solidarizarse con Omar lo puede encontrar en la calle San Martín casi Belgrano.

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